Diversidad... El encuentro con lo inesperado

Nivel Primario

El encuentro con lo inesperado.
Lic. Silvina Ferreyra

“La vida prenatal puede dejar huellas muy profundas, buenas y malas. Cuando un niño ha vivido un sentimiento de seguridad antes de nacer y también en los primeros años de su vida, tiene dentro de sí una seguridad increíble. Cuando un chico tiene como primera experiencia la separación, una vivencia difícil, violenta, puede ocurrir que repita a lo largo de su vida la misma receta.”
Catherine Dolto

Toda búsqueda de un niño se inicia con un enorme deseo que nos hace imaginar a un hijo ideal, allí solemos poner ilusiones de perfección física y de personalidad, de habilidades y virtudes, o simplemente alguien que se nos parezca mucho, en todos los casos, siempre, nace un ser singular.

¿Qué sucede cuando en las primeras ecografías o estudios solicitados aparece una noticia no esperada?. Si hay algo que permite el diagnóstico precoz de posibles complicaciones en la salud de los hijos es en darles tiempo a los padres para adecuarse a la realidad que la vida  plantea más allá de lo deseado.

Pero las dificultades a veces no se anuncian, aparecen como secuela de partos complicados, o se descubren con el transcurrir de los primeros días, meses o años de vida donde se observa que el bebé o el niño no logra habilidades o respuestas esperadas, como por ejemplo la imposibilidad de sonreír, de reaccionar ante los ruidos, de sostenerse erguidos, de lograr la marcha, la mirada sostenida, el lenguaje, etc.

Frente a lo no esperado hay personas que rápidamente pueden lograr la aceptación de cualquier desafío que traiga la crianza y otras que se sumirán en una gran mezcla de sentimientos y emociones que pueden traer angustia, miedos, enojo, culpa, rechazo, pena, frustración o innumerables preocupaciones  planteadas por lo desconocido. Cualquiera de las dos reacciones son comprensibles y humanas,  en todos los casos las familias merecen un acompañamiento cercano y amoroso.
Aquí cobra un significado mayúsculo la construcción de la “comunidad”, esto es, una red humana que acerque sus manos en pos de acompañar sin juicio, sin la necesidad de dar recetas sino más bien dispuestos a escuchar los pedidos de estos padres para que comprendidos y sostenidos por sus pares puedan sobreponerse a cada desafío hasta llegar a recuperar un “estar confiados” más allá de lo inesperado. 

La cría humana  exige de parte de los adultos dedicación exclusiva y el desafío es salir de la zona de confort construida previamente a la llegada del bebé, esto requiere cierta plasticidad y cuando se recibe un bebé con requerimiento de atenciones particulares las tareas son mayores y la pérdida del confort estará sumado a lidiar con emociones que también nos demandan comprensión y superación de nuestro estado anterior a esta experiencia. 

Habrá que ocuparse de todo aquello que permita la atención y estimulación necesarias los primeros años de vida para favorecer los aprendizajes fundacionales en la búsqueda de la integridad y el desafío es tomar cada una de los abordajes terapéuticos como una oportunidad y no como una complicación más. 

Asumir  esta tarea con el entusiasmo puesto en la oportunidad aportará un gran impulso de confianza al bebé que empieza a desarrollarse más allá de lo que su biología le impone para el crecimiento, pero fundamentalmente el reaseguro de cualquier ser humano es el contacto físico con la mamá, la mirada amorosa, la nutrición consciente, las palabras que lo nombran, las caricias y el sostenimiento físico que le garantice al bebé que el corazón de la mamá late a la par del suyo. Esta es la invitación a la vida, el mensaje de un sí contundente que el bebé recibe como una frase que podría decir  “a pesar de cualquier circunstancia TE AMO”. 

Si la tarea de los bebés-niños es disponerse a los estímulos pensados para ellos la de los adultos, padres, tíos, abuelos, amigos cercanos es trascender el diagnóstico en cuanto a considerar la totalidad de la persona más allá de su síndrome o patología diagnosticada, estamos de acuerdo respecto al esfuerzo y la dedicación para el crecimiento pero si no se hace esta distinción se corre el riesgo que ese nuevo ser quede reducido a definirse a partir de esto que tanto les duele a todos en lugar de que esa personita protagonice su vida y habite su identidad en su nombre. Así Juan es Juan, María es María  y no el hij@, niet@ o sobrin@ sordo, ciego, Síndrome de Down, Autista, etc., son personas que tendrán muchísimas virtudes y entre sus características la sordera, la ceguera, el Síndrome de Down, el Autismo y así se podrá desde temprano anteponer la totalidad de ese ser y no solo darle vida en torno a la dificultad.

Por otro lado y llevando esta situación a la sociedad podemos decir que existen hoy una Ley de Protección Integral que amparan a los niños y garantizan a los padres  los recursos económicos para afrontar las terapéuticas necesarias, sin embargo la realidad indica que muchas veces no es tan sencillo encontrar  los servicios adecuados para cada niño o cada familia que atraviesa esta experiencia por esto es muy importante todo aquello que la red vincular más cercana pueda brindar para que los padres reciban contención, compañía, comprensión y recursos para gestionar.

  • ¿En qué puede colaborar la red vincular a las familias con un bebé o un niño condicionado en su crecimiento por sus características biológicas? 
  • Evitar las comparaciones porque todos tenemos singularidades.
  • Abordar las conversaciones con optimismo ya que siempre se encuentran los recursos.
  • Recordarles a los padres de todas las capacidades que tiene su hijo o hija para no recaer en una mirada puesta solo en la dificultad. 
  • Ayudarlos siempre a conectarse con la alegría y el entusiasmo.
  • Mostrarles siempre que sea posible una sincera comprensión y el reconocimiento por todo lo ofrecido  en esta experiencia inesperada y desconocida.
  • Reconocer a esta experiencia como algo en lo que todos podemos pasar en cualquier etapa de la vida y entonces es un aprendizaje que enriquece sin dudas también a quienes se conecten con la situación.

¿Qué provocará esta actitud colaborativa? Principalmente favorecer el bienestar para que sean atendidas las necesidades de Juan o María y no se ocupen solo de un síndrome o cualquier condicionamiento, esta sutileza promueve nada más y nada menos que la plenitud del desarrollo de ese niño o niña, la atención plena y con ello se logra mayor fluidez para los aprendizajes desafiantes, espacios sociales que los reciban de modo amoroso y alegres, respeto por el mundo interior y por las capacidades reales y fundamentalmente la creatividad que demanda cada instancia de crianza como una oportunidad de aprendizaje trascendente.

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